Treku celebra sus 75 años

Treku celebra sus 75 años

Se dice fácil, hace 75 años que nació Treku. Sin duda son muchos años, lo cual por supuesto nos enorgullece.

Durante este tiempo hemos vivido situaciones de todo tipo: curiosas, alegres, tristes y por supuesto divertidas. Anécdotas con las cuales bien se podría hacer una película. Una que nos gusta mucho recordar es, cuando coincidiendo con la visita de unos clientes a Treku, una vaca despistada del prado vecino apareció, sorprendentemente, dentro de la fábrica.

Y como cabe esperar en este aniversario, hemos echado la vista atrás y nos hemos hecho conscientes de la gran evolución que hemos vivido durante este tiempo: hemos visto nacer la televisión, los ordenadores, los móviles, y por supuesto, internet…

Treku nació en 1947, época en la que confluyeron una serie de ideas, fuerzas culturales y tecnológicas que dieron lugar a una profunda transformación. Y fue en esta coyuntura cuando el abuelo Jesús decidió abrir su propia carpintería en su villa natal, Zarautz. En un pueblo costero que desde el siglo XVI contaba con una gran tradición naval y por tanto, un amplio conocimiento de la madera. Hoy seguimos ubicados en el mismo lugar, diseñando y fabricando desde Zarautz, distribuyendo nuestros productos por todo el mundo.

Y durante este año de aniversario tan especial para nosotros, esperamos poder encontrarnos contigo, bien sea en alguna feria, en algún evento o incluso, en el nuevo showroom que estamos preparando en San Sebastián y poder compartir los proyectos, los interrogantes, las ilusiones…que nos unen.

Te enviamos un fuerte abrazo de todo el equipo Treku.

Dulces sueños

Dulces sueños

FOTOGRAFÍA:

(Dcha) Cama Bora en roble natural
con cojines Lopi en tono claro.

(Abajo) Cama Bel en nogal
y piel negra.

Todo comienza en la cama. Los días, las noches, las semanas, los fines de semana, los sábados y los domingos. Todo finaliza, también, en una cama. Los días, las noches, las semanas… No importalo que haya ocurrido durante una jornada, las aventuras o los imprevistos: todos los días de nuestras vidas tienen un denominador común: esa pieza de mobiliario tan horizontal, tan discreta a la que regalamos una estancia completa del hogar.
La cama, mi cama, nuestra cama. La cama admite soledad y compañía, cansancio, felicidad, pereza y hasta desayunos. Desayunos en la cama. Sí. Siempre. Hay camas de uso temporal que nos acompañan desde los primeros años, literas en campamentos y albergues juveniles, camas en hoteles de carretera u hoteles de lujo; aviones de vuelos transoceánicos que son un sucedáneo de cama o coches que han servido de lecho ante un temporal, un imprevisto, un algo, lo que fuera. Pero siempre, siempre, se vuelve a la cama que uno ha elegido, a la cama titular, a la cama del hogar. A la cama cama.

Pueden cambiar los colchones o las almohadas. Puede cambiar la ropa en invierno o en verano. Se puede elegir entre el lado frío o el cálido; entre pacer boca arriba o de lado, con las cortinas echadas o sin echar. Pero la cama siempre permanece ahí. El hogar es donde uno guarda todos sus libros. El hogar es, también, donde vive tu cama. En la cama se lee mucho para luego soñar aquello que se ha leído. También se puede soñar sin abrir un libro porque la cama no hace distinciones.
Groucho Marx escribió un libro entero –uno finito pero un libro al fin y al cabo– dedicado a las camas. Lo tituló, claro, ‘Camas’ y lo llenó de frases memorables: “No vale la pena hacer nada que no puedas hacer en la cama”, “he pasado los dieciséis años más felices de mi vida en una cama”, “en una cama todos somos iguales”… Felices sueños, feliz elección de cama.

Entre nosotros

Entre nosotros

FOTOGRAFÍA:

(Dcha) Iñigo Etxebeste de Treku,
Francis Gainzarain de Marina diseño y Kiyomi Higuchi
de Design Within Reach.

El mundo cambia cada segundo pero el diseño, el buen diseño, siempre permanece. En esta ecuación no sólo toman parte diseñadores y empresas sino también distribuidores, ese fino y necesario hilo que conecta al gran público con las piezas de mobiliario. Desde sus inicios, Treku ha apostado por la figura del distribuidor, por su papel como embajador de la marca y la capacidad que tiene éste para aportar valor añadido a los productos de la firma.
Francis Gainzarain, dueño y director de la tienda bilbaína Marina Diseño es consciente del continuo proceso de cambio en el que vivimos sumergidos. No sólo ha vivido la evolución de la propia ciudad –su comercio se encuentra a apenas cinco minutos caminando del Museo Guggenheim Bilbao–, sino también la del propio sector del mueble de diseño: abrió su tienda en 1979 y, desde entonces, considera que el mayor cambio lo han sufrido los clientes.

“Hoy son mucho más exigentes y, por lo general, están mucho más informados”. Ello se traduce en otro deber para el distribuidor: más trabajo, más olfato y más honestidad a la hora de enfrentarse a una oferta de mueble inmensa y globalizada para que la selección que le llega al cliente sea, casi, perfecta. Kiyomi Higuchi es la responsable de compras de Design Within Reach, una firma estadounidense de muebles de diseño con más de una treintena de tiendas repartidas en las principales ciudades del país. DWR es, desde hace 15 años, el distribuidor de Treku en Estados Unidos, una pieza clave a la hora de traducir la filosofía de la marca zarautzarra en un país tan, en apariencia, diferente a cualquier estado europeo.

FOTOGRAFÍA:

(Arriba) Kiyomi Higuchi, Jean Louis Iratzoki y Ander Lizaso eligiendo colores de la colección Kai, para las tiendas de DWR.

(Dcha) Algunas de las tienda DWR donde se puede encotrar el mejor diseño.

Pero en los EEUU también existe un apasionado nicho en torno al mueble de calidad, gracias en parte al papel que ha jugado Design Within Reach en la difusión de las bondades del buen diseño. Kiyomi duda de que el océano Atlántico sea una frontera cultural: la “simplicidad refinada” de la estética Treku es capaz de conectar con una clientela ávida de muebles de calidad, sin importar el país del que procedan.
Iñigo Etxebeste, director comercial de Treku, está muy familiarizado con esa reflexión. “La diferencia de gustos que existe hoy en día entre Francia y Corea del Sur es menor a la que podía haber hace veinte años entre ciudades españolas de Galicia y Valencia”. No es casual que la marca venda sus piezas en más de cincuenta países repartidos por todo el mundo y que haya conectado no sólo con un público, sino también con la sensibilidad de experimentados distribuidores. El mundo ha cambiado, se ha globalizado, ha reducido su tamaño pero, a la vez, han hecho más tenues las fronteras que separaban el gusto por el buen mueble de diseño.

Conversaciones de sobremesa

Conversaciones de
sobremesa

FOTOGRAFÍA:

(Dcha) Ibon Arrizabalaga y Silvia Ceñal en
mesa de madera perteneciente a
nuestra colección Aise

Es lunes por la mañana, el primero del otoño que trae un amanecer gélido. Nos encontramos en torno a una mesa en las instalaciones de Treku, en un paraje puramente rural situado a apenas tres kilómetros del mar Cantábrico. La mesa es una Aise de Treku, una con pies metálicos. El encuentro es paradójico porque en uno de los extremos de la Aise se encuentra Ibon Arrizabalaga, el diseñador que la ideó y la hizo posible. En el otro extremo, Silvia Ceñal, también diseñadora que ha creado otra mesa para la firma de Zarautz: la Basoa. Evidentemente, vamos a hablar con ellos de mesas, de esas piezas de mobiliario que nacen tras unir un tablero y varias patas. Tan simples, tan complejas.
El filósofo Gustavo Bueno escribió que las mesas son ‘el suelo de las manos’, un espacio creado para que nuestras extremidades pudieran expresarse o, simplemente, descansar. Las mesas son el lienzo sobre el que se desarrolla la vida creativa, la diaria, la rutina de la mayoría de nosotros. Las mesas son, también, un objeto de diseño rabiosamente simple que incluso un niño sería capaz de crear. Y, sin embargo, todos los años nacen nuevos diseños con nuevos matices. La Basoa de Silvia fue creada por un impulso – “coges un papel, un lápiz, comienzas con una raya, luego otra…”– sin presión, sin intención de llenar un hueco en el mercado, sin dirigirse a un destino concreto. Crear por el mero placer de crear. Luego produjo un prototipo para su exposición y éste acabó seduciendo a Treku, que la incluyó en su nueva colección.

FOTOGRAFÍA:

(Arriba) Detalle de la mesa Aise con
encimera de roble macizo

(Dcha) Mesa de madera perteneciente
a nuestra colección Aise

Silvia ideó Basoa –‘bosque’, en euskera– inspirada por los extensos pinares que cubren los arenales de las Landas, en el sur de Francia. “Me gusta trabajar en muebles que tengan detalles. En el caso de Basoa serían los travesaños y la forma que tienen de unirse entre ellos.” La mesa Aise nació de una forma diametralmente opuesta. Ibon Arrizabalaga es el diseñador de Treku por lo que conoce los procesos de producción de la firma y sabe en qué dirección ha de crear.
Inicialmente, Aise fue concebida como mesa de oficina con el toque Treku: ligereza visual y contemporaneidad, todo apoyado sobre unas patas metálicas que garantizaran su estabilidad. Era un encargo, una creación cimentada en unos requisitos muy concretos. Pero la mesa gustó. Mucho, incluso fuera de su territorio natural –una oficina– y empezó a ser demandada como mesa doméstica. “La hicimos evolucionar hacia esquemas más cálidos y hogareños sustituyendo el metal por madera maciza”. Basoa, nacida libre, y Aise, ese encargo que cambió de rumbo, conviven en la nueva colección de Treku. No son dos mesas más, tan simples y a la vez tan complejas, son el futuro suelo de miles de manos.

Una historia de barcos y muebles

Una historia de barcos
y muebles

FOTOGRAFÍA:

(Dcha) El trasmocho era la técnica silvícola que modificaba el crecimiento de los árboles para sacar el mayor provecho de la madera en la industria naval.ales directores.

En 1947, un vecino de Zarautz, un pequeño pueblo costero del País Vasco, abrió su propia carpintería. Su nombre era Jesús Aldabaldetreku, tenía 36 años y trabajaba en ese sector desde niño. Jesús era un eslabón más de una tradición, la de trabajar la madera, que llevaba más de quinientos años funcionando en este rincón de la provincia de Gipuzkoa. Mientras la mayor parte de los pueblos costeros vascos del siglo XVI faenaban en el mar, Zarautz se especializó en la construcción de pequeños barcos pesqueros y traineras, unas chalupas veloces, fundamentales en la caza de ballenas. La fama del pueblo por este trabajo de artesanos llegó a ser mundial. Las profundas transformaciones económicas acontecidas en Europa a mediados del siglo XIX trajeron consigo el declive de los astilleros de ribera tradicionales.

La crisis asomaba por el horizonte. Una puerta que había estado abierta durante siglos comenzaba a cerrarse pero varias ventanas se abrían simultáneamente.Una de ellas fue la del turismo: paralelamente a la revolución industrial se popularizó en una parte del mar Cantábrico el turismo de mar y playa. Zarautz, con un arenal de más de dos kilómetros fue uno de los lugares elegidos por la Realeza y burguesía del momento para recibir los famosos baños de ola. Aquellos astilleros donde durante siglos se construyeron embarcaciones pasaron a elaborar muebles de lujo. Casi 70 años después de su fundación, muebles Treku sigue siendo la empresa de los descendientes directos de Jesús Aldabaldetreku. Han cambiado los tiempos, han cambiado los diseños pero el tesón y la tradición artesana permanecen.

Como Aldabatreku se convirtió en Treku

Cómo Aldabadetreku
se convirtió en Treku

FOTOGRAFÍA:

Xabier y Gorka Aldabaldetreku, nietos del
fundador de muebles Treku
y actuales directores.

Cuando amanece en Zarautz, los rayos de sol tardarán todavía varios minutos más en acariciar el barrio de Olaa. Es el tiempo que la luz emplea en abrirse paso a través de las colinas entre las que se esconde este paraje puramente rural, situado a apenas dos kilómetros de una de las playas más conocidas del País Vasco. Olaa no es como el Zarautz turístico. Está tapizado con verdes praderas en las que todavía pasta el ganado y apenas lo habitan una docena de caseríos –la granja típica de Euskadi- hábilmente diseminados. Una pequeña regata de agua fresca, Olaa, la misma que da nombre al lugar, vertebra y llanea el barrio permitiendo que corra junto a ella la carretera.

FOTOGRAFÍA:

(Arriba) Imagen del Flysch de Zumaia, que muestra más de 60 millones de años de la historia de la Tierra.

Es allí donde se levanta la nave de muebles Treku, el edificio que todos los días se despierta a la misma hora, la seis de la mañana, cuando un operario enciende la caldera, alimentada con la madera descartada de la construcción de muebles, y pone en marcha toda la maquinaria. Una hora después, cuando llega el resto de trabajadores, el circuito de producción ya está caliente y pueden iniciar su actividad.

No siempre ha sido así porque Treku no siempre estuvo ahí. La empresa fue creada muy cerca del casco histórico de Zarautz, en un modesto arrabal industrial, en el año 1947 de la mano de Jesús Aldabaldetreku, el aitona (‘abuelo’ en euskera) de los actuales gestores. Su vocación era hacer muebles de baño para los vecinos de Zarautz pero, pronto, comenzaron a demandar sus servicios en pueblos de todo el País Vasco. Aunque Jesús trabajaba un mueble clásico y sencillo, era extraordinariamente valorado por unos clientes que apreciaban su esmero, su seriedad y su gusto por los detalles.

Tras su jubilación, los hijos ampliaron el negocio, transformaron una pequeña carpintería en una factoría moderna y comenzaron a vender sus productos en toda España. Treku evolucionaba, se trasladaba a una nave de 12.000 metros cuadrados en el barrio, también zarautzarra, de Olaa y el diseño de sus muebles empezaba a mostrar la sutilidad que hoy caracteriza a todas sus colecciones. El Treku de hoy es fruto de la experiencia del ayer y del pensamiento del mañana.

La maquinaria moderna ocupa la mayor parte de la superficie de su factoría pero los dedos y ojos siguen siendo una parte fundamental del proceso de fabricación de muebles. Son esos dedos y esos ojos los que seleccionan nudos y flores en las chapas de roble; los que se encargan de que un mueble luzca el mejor tostado que caracteriza al nogal; o los que son capaces de vislumbrar los destellos rosados que emitirá en los años siguientes el roble americano al envejecer.

FOTOGRAFÍA:

(01) La segunda y tercera generación de la familia Aldabaldetreku.
(02) Jesús Aldabaldetreku, el fundador de Treku, junto a su esposa Jesusa.

El Treku de hoy es tecnología y, sobre todo, oficio, un oficio maderero que desde hace más de 500 años se halla en el ADN de las carpinterías de Zarautz. El Treku de hoy son los nietos de Jesús y la plantilla de trabajadores formada por carpinteros, diseñadores, comerciales y gestores. En un rincón de la zona de oficinas de Treku, siempre aromatizado por la presencia de la máquina del café, descansa una mesa de madera de apenas un metro cuadrado. No tiene cajones ni módulos auxiliares, es una superficie rectangular, lisa y austera en la que el antiguo contable desarrolló, durante años, el concienzudo trabajo de cifras y balances de la empresa. Hace tiempo, mucho tiempo, que no se utiliza pero se guarda como un recuerdo nostálgico de lo que la empresa una vez fue.

Cerca de ésta hay un mapa del mundo con pequeñas banderas clavadas que señalan los países en los que Treku distribuye sus creaciones. Se distinguen más de cincuenta alfileres, fruto de los esfuerzos de internacionalización llevados a cabo en los últimos años. Si se unieran éstas con un hilo imaginario se podría dar una vuelta completa al planeta. Una vuelta que comenzó en 1947 Jesús Aldabaldetreku, el abuelo carpintero. Una odisea cuyo rumbo es elegido por el mueble contemporáneo e imperecedero que se elabora en este barrio rural de Zarautz en el que siempre amanece unos minutos más tarde.